Cómo es el sistema muscular

Cuando nos conocemos bien, hacemos todo lo posible por cuidarnos. Por ejemplo, si sabemos que somos alérgicos a cierta sustancia, no nos vamos a exponer a ella de manera deliberada, pues sabemos que esto puede raer graves consecuencias a nuestra salud, y eso está muy lejos de lo que queremos.

Por el contrario, si nos gusta algún alimento en específico, tratamos de consumirlo lo máximo posible, ya que hacerlo nos produce una grata sensación de placer que nos vivifica. Lo mismo podríamos decir de las bebidas, los postres, nuestras películas favoritas, etc.

Claro, a menos que sea por prescripción médica o porque tengamos algún problema mental, nunca haríamos de forma intencional algo que nos produjera dolor. Esa no sería nuestra zona de confort.

Sin embargo, también está la posibilidad de hacer cosas que nos dañen por desconocimiento. Quizás, hasta ahora, hemos llevado una dieta que nos está afectando de forma negativa o puede que hagamos algún movimiento que nos cause dolor en alguna parte de nuestro cuerpo.

Como lo hemos señalado, por lo general, esto ocurre por desconocimiento. Es decir, no sabemos cuáles son las partes más vulnerables de nuestro cuerpo y, por tanto, no tomamos las medidas preventivas necesarias.

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De tener el conocimiento, sería imprudencia de nuestra parte porque sabemos que nos autoinfligiremos dolor o nos causaremos algún perjuicio.

Por ello, a fin de no ser víctimas de la ignorancia, el día de hoy estaremos hablando de nuestro sistema muscular y de cómo está conformado. Así, evitaremos hacer aquello que lo perjudique y tomaremos cartas en el asunto con relación a cuidarlo de la manera apropiada.

Así que no dejes de leer este artículo, porque obtendrás respuestas a muchas de las preguntas que quizá te has hecho. Veamos cómo nos ayuda el siguiente subtítulo.

Instrucciones para el sistema muscular

Generalmente solemos asociar los músculos con la fuerza. Sin embargo, esa no es su única función.  Entre las muchas funciones del sistema muscular encontramos:

  • La postura: Gracias a los músculos podemos mantener nuestro cuerpo estable hasta cuando estamos en reposo. Además, permite que cada parte de nuestro cuerpo permanezca en su lugar correspondiente.
  • El movimiento de los órganos internos: Son responsables de manejar los órganos internos, tales como el corazón y los intestinos, dándoles la oportunidad de que funcionen correctamente.
  • La locomoción: Nos permiten movernos y desplazarnos de un lugar a otro, ya sea caminando, corriendo o trepando.
  • La protección: Tanto los músculos como los huesos se encargan de proteger los órganos internos de posibles agresiones, manteniéndolos resguardados por completo.
  • La estabilidad: Gracias a los músculos podemos mantener nuestro cuerpo estable.
  • El calor: Cuando están activos en movimiento, nuestros músculos se encargan de producir energía calórica.
  • La información: Cuando los músculos se contraen, pueden evidenciar que padecemos de algún tipo de dolencia en nuestro cuerpo, además, nos da la oportunidad de adoptar ciertas posturas que transmiten información a quienes se encuentran a nuestro alrededor.

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Como vemos, los músculos no están colocados en nuestro cuerpo de manera desordenada o al azar. Cada uno cumple una función única e importante en esta gran industria, como lo es nuestro cuerpo humano.

Ahora sabemos que los músculos no solo están relacionados con las actividades que realizamos con nuestros brazos y nuestras piernas, sino que también se encargan de producir movimientos mucho más sutiles como nuestras expresiones faciales, movimientos oculares y nuestra respiración.

Estar al tanto de estos detalles, nos permite valorar más nuestro sistema muscular y hacer todo lo posible por mantenerlo saludable.

Sin embargo, esto no es lo único que necesitamos saber de nuestros músculos. Veamos…

¿Que necesitas para el sistema muscular?

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Nuestro sistema muscular está compuesto por diferentes tipos de músculos. Tenemos los viscerales, los esqueléticos y los cardíacos.

Los viscerales, son aquellos que tenemos dentro de órganos como los intestinos, los vasos sanguíneos y el estómago. El más débil de ellos sigue siendo muy importante, ya que se encarga de hacer que los órganos se contraigan y así pueda circular sustancia a través de ellos.

Se trata de un tipo de músculo involuntario, en otras palabras, la mente no puede controlarlo directamente, al menos no el consciente. A este tipo de músculo también se le atribuye el nombre de músculo liso, ya que posee está apariencia cuando es observado desde un microscopio.

Ahora bien, en cuanto al músculo cardíaco, podemos decir que solo lo podemos encontrar en el corazón, tal como su nombre así lo indica, y es el responsable de bombear sangre por todo el cuerpo.

También se trata de un músculo involuntario, de otra manera podríamos detener nuestro corazón cuando así lo decidamos. Él se estimula a sí mismo para poder contraerse. En vista de esto, se considera de regulación intrínseca.

Las células que componen el tejido de este músculo, se encuentran estriadas. Estas estrías dan a entender que la célula muscular es muy fuerte, a diferencia de las células que conforman los músculos lisos o viscerales.

Por último, y no menos importante, tenemos el músculo esquelético. Recibe este nombre porque estos músculos siempre están conectados al esqueleto, al menos en una parte.

A diferencia de los demás, este sí es un músculo voluntario, ya que se controla de manera consciente. Caminar, saltar, comer, escribir, reír son acciones que pueden realizarse gracias a los músculos esqueléticos.

Su función es contraerse para que pueda moverse la parte del cuerpo, que se encuentra más cerca del hueso al que se encuentra unido el músculo. Casi todos los músculos esqueléticos se encuentran unidos por dos huesos mediante una articulación.

Al igual que el músculo cardíaco, el músculo esquelético es estriado, por consiguiente, es mucho más fuerte.

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En cuanto a la forma de los músculos, reciben diferentes formas dependiendo de la función que realicen. En nuestro cuerpo podemos encontrar músculos del tipo:

  • Fusiformes: Estos músculos tienen forma de huso. Son grandes en el centro y alargados hacia la parte final, en sus extremos.
  • Planos y anchos: Un ejemplo perfecto de ello, son los músculos del abdomen y los de la caja torácica, los cuales permiten que se dé el proceso de la respiración.
  • Abanicoides: Tal como su nombre así lo indica, poseen forma de abanico. Podemos encontrar un ejemplo de ello en los pectorales.
  • Circulares: Son de forma de aro y son los que se encargan de abrir y cerrar conductos. Por ejemplo, el orificio del ano.
  • Orbiculares: Estos son muy parecidos a los fusiformes. Sin embargo, no debemos confundirlos. A diferencia de ellos, estos tienen un orificio en el centro. Esto les permite abrir y cerrar partes como los ojos y la boca.

Como ya lo hemos venido señalando anteriormente, los músculos tienen diferentes maneras de operar. En ellos podemos identificar con claridad tres tipos de movimientos. Tenemos los voluntarios, los involuntarios y los autónomos.

Ahora bien, ¿qué más debes saber con respecto a nuestro sistema muscular? Presta atención a los siguientes consejos.

Consejos para el sistema muscular

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En vista de la complejidad y la importancia de nuestro sistema muscular, de seguro querrás saber cuál es la manera correcta de cuidarlo, ya que nuestra vida depende de su buen funcionamiento.

Para cuidar nuestros músculos debemos ingerir suficiente glucosa, vitaminas y magnesio. Para lograrlo debemos tener una dieta equilibrada. Puedes buscar en Internet cuáles son los alimentos que puedes comer para que los obtengas de manera adecuada.

También puedes tomar algunos suplementos alimenticios. Sin embargo, no debes abusar de ellos. Preferiblemente debes consumirlos bajo prescripción médica para así evitar cualquier efecto adverso en nuestro organismo.

No debemos olvidar que debemos mantenernos hidratados. Para lograr este objetivo, no debemos reemplazar el agua por otro tipo de bebidas. Lo único que realmente puede calmar la sed es el agua y es lo más beneficioso para nuestro cuerpo.

Por otra parte, debes realizar una rutina de ejercicio, preferiblemente a diario. Esto le dará la oportunidad a tus músculos de adoptar el tono correcto y poseer la fortaleza justa.

Si te mantienes activo, podrás tener una adecuada proporción muscular y fortalecer tu capacidad de trabajo. Por el contrario, el sedentarismo solo contribuye a la obesidad. Además, debilitan los músculos y hace más real la posibilidad de sufrir algún accidente muscular.

Entre ellos podemos encontrar los desgarres, los cuales se producen cuando se rompe la fibra del tejido muscular. Ocasionando mucho dolor a quien lo sufre.

También podemos mencionar los calambres, los cuales no son más que contracciones espasmódicas que se producen de manera involuntaria en los músculos superficiales. Por lo general también son muy dolorosos.

No podemos pasar por alto los esguinces, estos son daños que pueden ir de moderados a graves. Este daño se produce en la fibra muscular, tal como el desgarre, cuando son forzadas a ir más allá de sus límites establecidos.

Uno aún más grave es la atrofia, que es la imposibilidad del tejido muscular para realizar cualquier función. En otras palabras, te deja paralizado.

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En vista de que no queremos padecer ninguno de estos accidentes, es vital que tomemos las medidas preventivas. Ahora estamos mucho mejor capacitados, de manera que no tenemos excusas para no actuar. Si no tomamos cartas en el asunto, seríamos muy negligentes con nuestro cuerpo y demostraríamos que no nos queremos.

Cuida tu sistema muscular, esa compleja industria que nos permite actuar y disfrutar de nuestra vida plenamente.

 

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